lunes, 29 de febrero de 2016

Febrero 2016

Este día es especial porque sucede sólo cada cuatro años, tal vez por eso decidí abrir mi blog de nuevo hoy. ¡29 de febrero de 2016! Me emociona reabrir el blog sobretodo ahora que me encuentro en un momento complicado de mi vida: muchos cambios en muy poco tiempo.

2014 fue un año de horror para mi, después llegó 2015 con un montón de cosas buenas que me ayudaron a superar 2014. Empecé 2016 con entusiasmo con metas como:

Hacer ejercicio (2014 me había alejado de correr)
Crecer en mi trabajo
Titularme de la maestría
Ahorrar

Todas esas metas se veían posibles y por eso empecé el primer día de este año de 366 días con muy buena actitud. De inmediato las cosas empezaron a no ser como las esperaba. Me sentía mal físicamente, tuve gripa casi todo enero y no pude hacer ejercicio. En lo demás las cosas iban más o menos bien, tenía un trabajo que me hacía sumamente feliz; era el trabajo de mi sueños en el que disfrutaba cada día.

Con el pasar de los días las cosas empezaron a ponerse raras; en el trabajo había rumores que me angustiaban aunque yo trataba de pensar positivo y no hacer caso a lo que se oía en los pasillos. Así llegó febrero, sólo pensaba en lo rápido que se estaba pasando el tiempo, que en menos de lo que esperaba serían las vacaciones de Semana Santa y poco después cumpliría un año en el trabajo. Cumplir un año ahí me daba la oportunidad de concursar por una plaza más alta y crecer profesionalmente.

Todos esos sueños se destrozaron cuando un día a mediados de este mes hubo recorte de personal en la empresa y fui liquidada. El día que recibí la noticia fue el peor de mi vida. Todos mis sueños fueron destrozados de un día a otro. No pude hacer nada. Tenía miedo del futuro, de sentirme fracasada de deprimirme.

A mi sorpresa no fue así, el día después de ser despedida el sol brillaba, mi gripa se detuvo, ya no tosía y el hueco que había tenido en el estómago durante días se había ido. La vida me estaba poniendo en una posición de decidir y de crear mi camino en un rumbo diferente.

Un día de la semana pasada me vi al espejo y noté mi cara, llena de granitos. Mi cuerpo, era evidente que estaba subiendo de peso. Me pesé y había subido dos kilos en muy pocos días. Al estar "triste" me estaba dando "permiso" de comer cupcakes y pizza todos los días de la semana. Reflexioné y me di cuenta que estaba canalizando mi tristeza y mi ansiedad en la comida como había aprendido a hacerlo en la adolescencia. Ya vi esta película y la estoy volviendo a ver: mi ropa ya no me queda (¡¡¡ni siquiera los pants!!!) y si sigo así tendré que cambiar mi todo lo que hay en mi clóset.

La semana pasada decidí tomar cartas en el asunto, se acabaron los apapachos en comida y retomé la corrida. Había dejado de correr porque lo comencé a odiar: odiaba levantarme temprano, me sentía mal al correr, sufría cada segundo y deseaba que los minutos terminaran lo antes posible. La semana pasada volví a disfrutar corriendo, aún no noto cambios en mi cuerpo pero mi piel está más limpia y me siento mejor.

Ahora he vuelto estar en contacto conmigo y eso me ayuda a tomar desiciones que hasta ahora me tienen tranquila y entusiasmada. He aceptado lo que pasó y no me pone triste ya. He podido controlar mi manera de comer y deseo empezar otra vez a ser sana. Espero retomar este espacio que me ayudó mucho y espero compartir con quien sea quien lee mis reflexiones esta nueva etapa de mi vida.

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