miércoles, 18 de mayo de 2011

Enlightenment

Según mi experiencia terapéutica (que es poca, pero tengo) y lo que he leído (que eso sí es bastante) gran parte de los problemas cotidianos que enfrentamos se deben a nuestra falta de asertividad y de responsabilidad. Si pensamos un poco y reflexionamos sobre nuestras formas de actuar y de pensar, nos daremos cuenta que estamos llenos de pretextos que nos conducen a la frustración y a la infelicidad. 

Al poner excusas nosotros mismos nos ponemos el pie en el camino a nuestra felicidad, para ilustrar les pongo un ejemplo que ya les he contado en numerosas ocasiones. Ya saben que hace cinco años estaba muy gorda. Hace cinco años pensaba que esa condición era inamovible porque se debía en gran parte a la "genética", al "asma" y a un estilo de vida que según yo era muy difícil de cambiar. 

Dos años después, me dí cuenta de que había bajado un poco de peso gracias a un viaje que me obligó a hacer ejercicio todos los días, esa fue la primera señal de que los cambios eran posibles. Muy poco a poco empecé descuidar un poco menos mi alimentación: empecé a dejar de tomar refresco y a ser consiente de lo que me metía a la boca. 

Año y medio después me comprometí al 100% a ponerme en forma y ahora como bien, corro y hago cosas que nunca pensé que iba a hacer.

¡Qué bonita mi vida! Pues no, he pasado los últimos tres meses muy frustrada por las siguientes razones:

a) Tengo muy poquita ropa que me queda porque bajé de peso.
b) No tengo dinero para comprar ropa y otras cosas que quiero.
c) No he terminado mi tesis
d) No tengo amigos
e) No tengo trabajo

En mi cabeza, esto se resume en que no soy independiente, en que me siento atada y atrapada en un círculo sin salida. Sin salida hasta ayer.

Ayer mis papás regresaron de Chicago. Yo, en mis estructuras mentales de adolescente, pensaba que iban a regresar con una maleta llena de cosas para mí, obviamente la realidad no fue así. Por supuesto que me trajeron cosas, unas que ni esperaba y están muy bonitas, de hecho estoy segura de que valen más que las t - shirts de Gap que esperaba y quería (ya les dije, estructuras mentales adolescentes), pero no son el baúl de ropa Dior que deseaba. 

Hice un gran berrinche interior hasta que en un golpe de lucidez que vino de quién sabe dónde (estoy enferma así que tal vez fue fiebre...), reflexioné. 

"Tienes 23 años, tus papás no tienen porqué darte nada ya, no puedes ser independiente si sigues delegando la responsabilidad de todo a tus papás." Así que reflexioné sobre muchas cosas, pero todo se traduce en que no soy víctima de las circunstancias, no soy víctima de nada ni de nadie, ni siquiera de mí misma. Yo soy la responsable de no tener dinero, trabajo ni título. 

Llevo dos días sin hacer nada de la tesis porque "estoy enferma", sí, sí estoy enferma, pero tengo gripa nada que me impida, pensar o escribir. Sí, mi asesora no me ha contestado unos mails, pero eso no me impide corregir unas cosas que me dio ni seguir avanzando. 

No tengo trabajo, no porque no tenga título, ni porque no me contraten: no tengo trabajo porque no he sido lo suficientemente creativa o emprendedora como para ser mi propia jefa, que es lo que en verdad quiero. 

Y así es con todo, mi mamá no tenía la culpa de que yo estuviera gorda, mis papás no tienen la culpa de que yo esté frustrada. 

Así que sí, mi situación actual no es la mejor, pero no va a mejorar si no me pongo a hacer lo que tengo que hacer. Tengo 23 años y ya es hora que actúe como una mujer responsable e inteligente y deje de ser una adolescente enfrascada en tonterías que ya no son congruentes con lo que soy y con lo que quiero ser. 

Así que hoy: Me baño, me arreglo, me pongo a trabajar y dejo atrás estas tonterías. 

  


No hay comentarios: