jueves, 7 de octubre de 2010

Mi primer post

Siempre me ha gustado escribir así que ¿por qué no escribir un blog? 

Hoy 7 de octubre de 2010 decidí abrir un espacio en el cual escribir algunas de las cosas que pienso y que me gustaría comunicar. De forma sumamente ridícula, me siento muy emocionada con esto, espero no abandonar este espacio y prometo contener mis impulsos emo para no acabar escribiendo estupideces adolescentes; dicho esto voy a comenzar explicando de dónde sale el título de mi blog. 
Soy psicóloga y estudié en la UNAM, no en CU, sino en la FES Iztacala (para quien no lo sabe la UNAM tiene muchos planteles, uno de ellos en Iztacala, Tlalnepantla; de las razones por las que estudié ahí les cuento luego porque en realidad no son nada relevantes). En el primer semestre de la FES me encontré con la nada glamourosa imagen de los psicólogos conductistas. Para quien no sabe de psicología, les explico que el conductismo es una aproximación científica y objetiva de la psicología que nada tiene que ver con la imagen de Freud y su diván; el conductismo tiene que ver con perros que salivan, ratas que palanquean, Pavlov, Skinner y Kantor. 









Imagínense a la bola de ilusos entrando a psicología con la ilusión de "analizar la mente" entrando a un salón de clases en donde el profesor te dice que la mente no existe y que te vas a dedicar a condicionar ratas ganando una miseria (en serio eso nos dijeron), imaginenme a mi, una fresotota entrando a la UNAM con un futuro poco esperanzador, salí de esa primera clase espantada, enojada y segura de que me había equivocado de carrera.  




Iba a la escuela nada más por ir, cargaba a la rata, hacía las tareas, leía, participaba, o sea que era bien ñoña, pero no estaba convencida de lo que hacía. Para colmo de males debo reconocer que soy muy ambiciosa y muy competitiva y que me dijeran que me iba morir de hambre no me gustó nada. Yo había entrado a psicología para tener mis pacientes y mi consultorio, no para ver ratas o pichones, ni para hacerla de miss de kinder, estaba enojadísima ya ni sabía que quería. Parte de mí no le creía a esos maestros y esa parte fue la que me llevó a terminar el primer semestre y los que le siguieron. Esa parte de mí me recordaba quién era y quién había sido hasta entonces, me recordaba qué quería y me recordaba un poema que encontré un día en la biblioteca de la escuela.

Un día de primer semestre, harta de leer de pura psicología, decidí buscar un libro que no tuviera nada que ver con el conductismo, la búsqueda me llevó al pasillo hereje, o sea, el pasillo de los libros de Freud, Lacan, hipnosis y todas esas cosas, ahí estaba un librito de filosofía que se llamaba Introducción a la Estética. Ese libro fue una bocanada de aire fresco, ahí estaba el extracto de un poema que me transmitió mucha paz y me llenó de emoción, el poema se llama "The Garden of Proserpine" o "El Jardín de Proserpine." Me aprendí el poema y se convirtió en una especie de mantra para mí, lo repito cada vez que me siento angustiada y desesperada. Lo que dice, según mi interpretación, es que al final del día, la vida es finita y que todos acabamos en el mismo lugar, la diferencia está en cómo lo hagamos. El poema es de Algernon Charles Swinburne y el fragmento que me gusta es este:

From too much love of living,
  From hope and fear set free,
We thank with brief thanksgiving
  Whatever gods may be
That no life lives for ever;
That dead men rise up never;
That even the weariest river
  Winds somewhere safe to sea.



Si quieren leer el poema completo esta aquí The Garden Of Proserpine

Esa es la larga y cursi explicación. Espero que los siguientes posts sean menos emo que este y que en breve no le esté escribiendo a la nada.


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